22 ago 2014
Los lujos que no tenemos
Mudarse a África
es de por si una aventura. Mudarse a Malawi, uno de los países más pobres del
mundo, es más aventura todavía. Vivir en este pueblito en la región más pobre
de Malawi, llega a ser una especie de desafío personal.
Esta no es la
primera vez que mi marido y yo pisamos continente africano. Lo hemos hecho
individualmente y juntos como pareja. Hemos estado trabajando aquí (por muy
corto tiempo) y como turistas. Además nuestra experiencia en Latinoamérica nos
ha preparado para un nivel de confort que no es el europeo. Es decir sabíamos
que Malawi iba a ser pobre pobre y que en el pueblo donde íbamos a estar iba a
ser más pobre todavía. Sin embargo,
sabíamos también que la vida de expatriados puede ser muy cómoda y que uno no
tiene las carencias de la población en general.
Y esto es cierto, en las ciudades de Malawi, no aquí…
Ya dije (o no?)
que llegamos a la que se considera la mejor casa del pueblo (ayer me enteré que
hay una casa mucho más moderna a muy pocos metros pero se estaba utilizando
como una oficina para una compañía internacional). Tener la mejor casa no
significa estar rodeado de comodidades. Hay bichos! (Hay arañas que llegan a
atemorizar a mi marido!) Además hay paredes que se van cayendo pedacito a
pedacito, igual que los pisos de cemento pulido. Cuando llegamos la cocina no
tenía cerámicos y las paredes estaban bañadas en grasa. La presión de agua en
la ducha es suficiente para que te caiga agua, pero no clasifica como ducha. En
este pueblo no existe recolección de basura, cada quien se encarga de su propia
basura como puede. Aquí tenemos un pozo grande en el jardín, el cual sirve como
tacho y se quema semanalmente. Dicho
esto, comparativamente hablando vivimos en el lujo. Tenemos electricidad y agua
potable, asi como equipo de luces con energía solar y un tanque de agua para
cuando hay cortes de suministro.
El pueblo es
también un reto si uno está acostumbrado a la ciudad. El único supermercado que
hay es Peoples, un supermercado donde la calidad no es prioridad, ni la
limpieza. Además solo hay productos de primera necesidad. Para comprar verduras
hay que ir al mercado del pueblo, y ahí sí que uno ve la necesidad y la
carencia de condiciones básicas de higiene. La verdad es horrible. Hay personas
que lo encuentran “interesting” pero para mi es una pesadilla casi al 100%. Lo
peor es que uno no puede evitarlo. Si quieres tomates, cebolla, berenjenas o
zanahorias tienes que ir allí. No hay lechuga, lo más cercado son unas hojas
verdes que se tienen que cocer antes de comer. No hay más vegetales tampoco, y
todo depende de la temporada porque no hay energía eléctrica, por ende la
refrigeración es solo un concepto lejano. Además la temperatura promedio en
este pueblo es cercana a los 28 grados centígrados, así que todos los productos
se arruinan en poco tiempo. Como este pueblo tiene costa al lago Malawi,
también tenemos mucho pescado. Ustedes se imaginan lo que es la sección de
pescado en el mercado? A mi el olor no me deja entrar. Nunca he comprado
pescado, lo que es muy lamentable porque el “chambo” es un pescado típico de
aquí y es delicioso. Lo he comido en restaurantes (donde hay cierta garantía
porque los pescadores vienen directamente a vender) y me consta que es
buenísimo! Desafortunadamente, el poblador promedio no puede comprar chambo
porque es caro. El pescado mas popular es el usipa, que es pequeñísimo y se
come entero.
En este pueblo no
hay actividades recreativas para adultos (y para los jóvenes son muy escasas).
Solo hay un restaurante que cumple con estándares mínimos para ir a cenar. La
comida hay que ordenarla mínimo dos horas antes de sentarse a la mesa. Para el
almuerzo hay más opciones, pero desafortunadamente aquí no es poco común encontrar
pelos en el plato o que los tenedores vengan con un pedazo de arroz pegado a
ellos. No hay cine, ni biblioteca, ni un parque donde salir a caminar. Ni
siquiera se puede caminar en la orilla del lago por los cocodrilos (en la
noche). Como no hay prácticamente nada de alumbrado público, después de las
seis de la tarde no se ve nada en la calle, y la verdad hay muchos borrachitos
y loquitos dando vueltas, asi que preferimos estar en casa.
Azungu o Machina?
En este pueblo
hay muy muy pocos extranjeros. En total somos un americano de los cuerpos de
paz, un sudafricano, dos noruegos, seis británicos (que se renuevan por
periodos de seis semanas), dos pakistaníes (aunque quizás sean nacidos en
Malawi), dos chinas y yo. De vez en cuando llega algún otro extranjero pero
generalmente son por periodos tan cortos que no los considero como “residentes”.
Aquí en el pueblo,
la gente ya nos conoce. Sin embargo parece haber una cierta clasificación en la
que simplemente no me pueden ubicar. Explico. Para ellos hay tres clases de
extranjeros: Azungus, machinas e indios.
Un “azungu” es
una persona blanca. Puede ser europea o americana, pero también puede ser un
sudafricano blanco. Un azungu generalmente es un turista de paso por el pueblo
o un blanco que vino a trabajar apoyando a una organización internacional (como
mi marido). Los machinas (pronunciando en inglés) son los chinos. Y supongo
que, como en Perú, erróneamente meten a todos los asiáticos en la misma
clasificación. Las dos chinas que viven aquí están a cargo de (oh sorpresa) una
tienda de productos chinos cada una. No hablan prácticamente nada de inglés y
al menos me consta que una de ellas tiene un traductor malauí que habla chino y
le traduce todo (me contaron que es una práctica común llevarse un malauí a
China para que aprenda chino y cuando vuelven trabajan como el manager de la
tienda en Malawi, siempre bajo la supervisión de el/la dueña.) Los indios o pakistaníes
tienen presencia en Malawi desde hace muchos años. Generalmente tienen negocios
y llegan con toda su familia y se instalan permanentemente. Hay muchas familias
viviendo en las principales ciudades de Malawi. Aquí solo he visto a dos aunque
supongo que deben tener familia. Ellos tienen una tienda de abarrotes.
Entonces, solo
quedo yo. Y la gran pregunta (para mi y para los demás) es a qué categoría pertenezco?
Naturalmente, esta búsqueda de una
clasificación es una reflexión recreativa en este pequeñísimo pueblo malauí. Aquí
no hay muchos turistas, ni extranjeros, ni televisión internacional, ni acceso
a internet, así que se conoce lo que hay aquí y punto. No hay más referencias
sobre el mundo!
Obviamente yo no
soy blanca. Asi que azungu no soy. Aunque los azungus (al menos la mayoría) me
incluyen en el grupo. Algunos malauíes me han preguntado si soy china. Pero se
ve que ellos están dudando de la pregunta porque tan tan china no me veo
(digamos que tengo los rasgos asiáticos típicos de una peruana). Incluso,
algunos niños me van gritando por la calle “machinaaaa” “azunguuuu” sin poder
decidir que categoría me viene mejor. Además, algunas personas al pasar por mi
lado me dicen cosas incomprensibles remedando la fonología de palabras en chino
(un poco descortés por cierto, pero aquí no existen los filtros a los que
estamos acostumbrados en la cultura occidental). Un par de veces me he cruzado
con la mirada de algún indio o pakistaní y he podido ver en sus ojos la duda de
mi nacionalidad. Quizás pensaron que yo era india o pakistaní? En todo caso, la
duda se disipó en un par de segundos.
Curiosamente,
todos los malauíes me preguntan de dónde soy y la gran mayoría parece no
entender cuando les hablo de Perú. Muchos piensan que está en América
(entendido como USA). Otros simplemente pasan a la siguiente pregunta sin
entender para nada qué es América del Sur. Lamentablemente, la mayor parte de
los niños y jóvenes tiene una deficiencia en el conocimiento de la geografía mundial.
Una vez expliqué que Perú limitaba con Brasil y entonces alguien me dijo que Brasil
estaba en África porque tiene población negra… Parece ser que con el mundial de futbol de
este año, el conocimiento de la geografía ha progresado, al menos eso es lo que
se dice entre los azungus… Ojalá.
20 ago 2014
Creatividad
El medio de
transporte más popular en Malawi, además de los propios pies, es la bicicleta.
Ya he mencionado en otro post la precariedad del transporte en Malawi. Tanto
del privado como del público. Aquí el ciudadano promedio no tiene plata ni para
comprarse una bicicleta. Muy poca gente fuera de la ciudad tiene acceso al
transporte público (de muy mala calidad por cierto).
En mi pueblo, la
bicicleta sirve para muchas más cosas que las “normales”. Creo que nadie la usa
como un instrumento recreativo. Aquí la bicicleta es, primero que todo, un
instrumento de transporte. Sirve para desplazarse grandes distancias. De pueblo
a pueblo, desde las aldeas al pueblo, etc. Además la bicicleta es el medio de
carga más económico. La gente lleva cantidades enormes de mercadería sobre las
bicicletas. Llevan pilas altísimas de leña, varios sacos de carbón o harina de maíz,
muebles (sillas, mesas), animales (gallinas, 2 o 3 cabras, 1 ternero), materiales
de construcción (cemento, láminas de hojalata) y hasta he visto que llevan una
bicicleta sobre otra!
Además la
bicicleta sirve como taxi. En mi pueblo no hay taxis (automóviles), es mas, en
Lilongwe existen muy pocos y el servicio es muy precario. Entonces, si alguien
tiene un poco de dinero que gastar, contrata un servicio de bicitaxi. Esto es
muy popular en mi pueblo. Muchas personas invierten en la compra de una
bicicleta y la adaptan para llevar una persona (o mas!) en la parte trasera.
Las bicicletas tienen un pequeño cojín y una manijita para evitar caídas. Las
bicicletas generalmente son muy viejas (parecen de la colonia!) y muchas no
tienen frenos. Subirse a una es muchas veces más emocionante que subirse a una
montaña rusa!
Lamentablemente,
un accidente de bicicleta aquí puede tener consecuencias muy graves. Mi marido
es el único en todo el pueblo que usa un casco cuando maneja bicicleta. Obviamente,
el casco es tan caro que un malauí cualquiera no puede pagarlo (comenzando por
la necesidad de ir a la capital para comprar uno). Hace unos meses, mi marido
estaba volviendo de trabajar en una aldea lejana cuando unos hombres lo
detuvieron para pedirle auxilio. Un ciclista estaba llevando una pila enorme de
leña y en una mala maniobra perdió el equilibrio y la leña le cayó encima fracturándole
al parecer varias costillas y la clavícula. Mi marido lo llevó en su camioneta
al hospital y pudo observar como este hombre tenía la clavícula expuesta.
15 ago 2014
La curiosidad de los malauíes
Vivo, más o
menos, a 1.5 kilometros del centro (boma) de mi pueblo. Muchas veces camino
hasta el centro, hago lo que tengo que hacer y vuelvo caminando a casa. A lo
largo del camino me cruzo con muchas personas andando, en bicicleta o vendiendo
sus productos (tomates, vegetales, frituras, ropa, etc). La mayoría me saluda
al pasar porque aquí es muy común hacerlo. Algunos niños pequeños se emocionan,
gritan “Azunguuuuu” y tratan de seguirme. No faltan los que hacen el intento de
saludar en inglés y al siguiente segundo me piden dinero. Pero lo más extraño para mi son las personas
que se detienen específicamente a hablar conmigo y me someten a un interrogatorio
digno de algún servicio de inteligencia!
Todo comienza
amigablemente con un muy natural “Hola, cómo estás?” y sigue asi:
Yo: Bien gracias,
y tu?
X: Bien gracias.
A dónde vas?
Yo: Ehhhh, al
centro.
X: Para qué?
Yo: Para hacer
mis cosas
X: Ah, y de dónde
vienes?
Yo: De Peru
X: Ah, Peru, ya.
Y vives aquí?
Yo: Si
X: Con quién?
Yo: Ehhh, con mi
marido.
X: Y el que hace
aquí?
Yo: Trabaja
X: Ah, y tienen
hijos?
Yo: ……….
De este tipo de
conversaciones al menos tengo dos al dia. Una de ida y una de vuelta. Durante
los primeros días era peor, ahora como que la gente se ha acostumbrado a mi
presencia.
Pero esto no solo
pasa en mi pueblo. Hace poco, durante un viaje interno que hicimos, nuestro
coche tuvo un problema y nos quedamos botados en el camino. Mi marido se fue a buscar a un mecánico
mientras yo me quedé cuidando el auto.
Creo que en los 40 minutos que tuve que esperar, hubo al menos 10
personas que vinieron a hablar conmigo. Incluso hubo gente que vino en bicicleta
específicamente a hablarme. Todo comienza asi:
X: Hola
Yo: Hola
X: Tienes
problemas con el auto! Sorry
Yo: Si, asi es la
vida
X: Ah, y de donde
eres?
Yo: De Peru
Y la conversación
sigue la línea de la anterior... con las 10 personas que se detuvieron a
conversar, una por una…
Eso no es todo.
El sentido de comunidad aquí es tan estrecho que aparentemente todos saben los
problemas de todo. Y no es una falta de respeto hacer preguntas muy personales
cuando la curiosidad te pica.
Muchos desconocidos,
al oír que llevo casada más de siete años, me preguntan por qué no tengo hijos.
Otros quieren ver cómo es mi casa aquí en el pueblo. He oído historias de
peleas conyugales de personas que apenas conozco. Si hablo de algo con alguien,
no falta otro que cinco minutos más tarde me pregunta de qué se trató mi
conversación. Si salgo de casa a media mañana, la señora que me ayuda con la limpieza
demanda saber a dónde estoy yendo. Y si mi marido llega a casa para recoger
algo al paso, la señora necesita saber qué fue lo que vino a recoger!
Esto es
definitivamente algo muy diferente a lo experimentado en otras ciudades donde
he vivido. En Lima, si un extraño te pregunta con quien vives, sales corriendo inmediatamente
porque seguro es un ladrón que ya está marcando tu casa!
16 jul 2014
Durmiendo con el enemigo
Este no es un
post sobre mi marido. Ya creían, no?
Cuando llegamos
al pueblo recibimos una casa donde vivir. No es una típica casa de Malawi. Se
nota que los encargados han hecho un esfuerzo en acomodarla a estándares superiores
a los normales. La casa está rodeada de un jardín, hay algunos árboles frutales
y está completamente cercada con carrizo. No está muy bien protegida, pero por aquí
no hay nada más que eso.
Junto con la casa
recibimos dos perros guardianes. En realidad eran tres pero mi previsor marido
transfirió al más travieso porque me conoce muy bien. No estoy acostumbrada a
las mascotas. En mi vida solo tuve un perrito miniatura y mi hermana tuvo un hámster.
Los perros grandes me ponen nerviosa y si encima saltan y ladran, me quiero ir
corriendo.
Yo acepté a los
perros pensando en la seguridad. Este pueblo no es peligroso y la gente es
siempre muy muy amable, pero es bueno tomar previsiones, así que decidí
tragarme mis miedos. La de tamaño mediano
se llama Joy y ha resultado tener una gran personalidad. Es juguetona e
inteligente. El grande se llama Calle. Tiene la personalidad de Gigantón, ése
de los pitufos. A pesar de su gran tamaño es tontín tontín. Joy siempre le quita la comida y cuando les
damos galletitas tenemos que cuidar que los dos coman pues Joy siempre está al
acecho. Una vez le dimos medio chorizo a cada uno. Joy se lo pasó como si fuera
pastillita mientras Calle se demoró diez minutos en asegurarse que el pedazo de
chorizo era comestible. Joy tiene una enfermedad
de la piel a la cual estamos tratando de combatir. Mi marido le estuvo
inyectando un medicamento semanalmente y como premio le daba una galletita. A
la segunda semana Calle también quería la inyección. Lo curioso es que creo que
le atraía más la aguja que la galleta.
Tener mascotas es
divertido. Lo que nosotros no sabíamos es que íbamos a tener muchas más
mascotas que los dos perros. La primera noche que pasamos en esta casa nos
pusimos a ver una peli. Yo estaba sentada y al fondo se veía el pasillo que
comunica el living con los dormitorios y los baños. En el medio de la peli, yo
noto que algo se mueve cerca de la puerta del baño. Me fijo bien y era un ratón.
El animalito salía del baño y quería entrar a la cocina. Obviamente hubo muchos
gritos, todos provenientes de mí. Al fin
espantamos al ratón para que se vaya de la casa, pero donde hay uno siempre hay
más. La casa alojaba a una familia entera de ratones, desde los abuelos, los
padres, los hijos, los nietos y los bebes. Me costó mucho deshacerme de ellos.
Incluso los perros colaboraron con la tarea. Después de aturdir a uno y sacarlo
a la terraza Joy se lo llevó en el hocico. No quiero imaginar que pasó después.
El último en morir con veneno se fue a la tumba con el dulce sabor de la
venganza. Vino a morir debajo de mi cama, justo en mi lado, y lo descubrí al día
siguiente cuando el olor lo delató. Para asegurarme que no vuelvan he mandado
traer desde Noruega unos aparatos que emiten ondas de sonido que hacen
imposible que los ratones se alojen nuevamente en la casa. Hasta ahora parece
que es un éxito!
La gente que
vivió antes de nosotros en esta casa tenía prioridades distintas. La limpieza
no estaba en su top ten. La cocina era
una habitación lúgubre, los focos no funcionaban y solo había una lámpara alumbrando
un rincón. La comida estaba en paquetes abiertos, las ollas y cubiertos tirados
por cualquier lado. Me contaron que todo lo utilizado en la cena se quedaba en
el lavadero esperando a que la señora que ayuda con la limpieza llegue al día
siguiente. Y en ese ambiente alguien que todos conocemos hizo su Shangrila.
Estoy hablando de nuestra odiosa amiga la cucaracha. Si los ratones tenían a
toda su familia instalada, las cucarachas tenían todo un barrio. He tenido que hacer
una revolución para desterrarlas. Incluso he tenido que cambiar pisos, paredes
y muebles. Todos pensaban que era una guerra perdida pero, después de seis
meses, puedo decir que si llega una
cucaracha a esta casa, no va a encontrar un buffet del que servirse a su gusto.
La foto que sigue muestra la superficie de la mesa que encontramos en el
comedor. No se podía poner un vaso sobre ella sin que se voltee y todas esas
cavidades eran condominios residenciales de cucarachas.
El día siguiente a
mi llegada, cuando todavía estaba pensando cómo solucionar la crisis de los
ratones, me siento a tomar un vaso de
agua en el living cuando escucho un chillido. Pero el ruido no venía de algún rincón,
venía del techo! Esta casa tiene un tejado (hay temporada de lluvia) de metal
exterior y unas placas de madera/yeso en el interior. Entre tejado y placa tenemos
Transilvania, un criadero de murciélagos. Los bichos han tomado posesión del
lugar y son inamovibles. Hay días tranquilos cuando casi me olvido que están ahí,
pero supongo que también tienen sus días difíciles porque se escuchan peleas y arañazos.
Lo peor es cuando vemos alguna película de acción en la casa. Si hay una bomba,
los murciélagos gritan a lo loco. Y de vez en cuando algún murciélago dormilón
relaja mucho la patita y se cae contra la placa de yeso, dándome un susto de
muerte.
Siempre sospeché
que tenía miedo a las lagartijas. En Lima no hay (al menos no donde yo vivía) y
en Noruega tampoco. De ese miedo irracional, si es que en algún momento lo
tuve, supongo que me curé a puro tratamiento de choque. Calculo que en los
peores días hemos tenido como 100 lagartijas dentro de la casa. En estos días es
menos, creo que es porque estamos en la época fría. No puedo luchar mucho con
ellas, si son bebes me dan risa, si son pequeñas me parecen muy insignificantes
para molestarlas, si son medianas me da cosa tocarlas con la escoba porque
pienso que las puedo matar en el acto (y sería peor limpiar tripa de
lagartija!). Sólo a las muy grandes las persigo y trato de botarlas de la casa,
aunque a veces hasta ellas tienen la capacidad de desaparecer como Houdini.
Hasta hace poco tenía una en el techo del baño. Se llamaba “Perv”. Solo salía de
su escondite cuando yo me bañaba.
Un día salí a la
terraza a recoger ropa tendida al sol. Descuelgo una camiseta y siento que me
cae algo en la cabeza. “Eso” rebotó en el piso y luego dio un salto hacia la baranda.
Era un sapazo! Y no es el único. Hace poco fui al bano y cuando jalo la palanca
vi que un sapo luchaba por quedarse fuera del agua. Di un grito de película de
terror y mi marido vino corriendo. Cuando le dije lo que estaba pasando, él me
respondió: Ahhh, olvidé decirte que ese sapito esta viviendo allí…
Afuera, en el jardín,
hay muchas más criaturas haciendo su vida. Algunas son realmente
espectaculares!
15 jul 2014
Malawi, the warm heart of Africa
Poco o nada sabía yo de Malawi antes de mudarme. Creo que tengo una innegable predilección por tirarme de cabeza a la piscina sin saber si ésta tiene o no tiene agua. Antes de mudarme a Noruega tampoco sabía mucho al respecto y, la verdad, preferí que la realidad me agarrara por sorpresa pues, analizándome en retrospectiva, creo que tenía miedo de lo que se venía.
De este país solo
había oído que está en la lista de los diez más pobres del mundo. Además sabía
que existe el Lago Malawi que es el acuario natural más asombroso del mundo por
la gran variedad de peces de colores y que provee de agua necesaria para la
agricultura, sin la cual estarían totalmente perdidos. Me acordaba, desde mis
estudios de colegio, que la capital es Lilongwe y que además hay una segunda
ciudad muy importante llamada Blantyre.
Hablando con un amigo en Oslo me hizo recordar que hay dos islas en el
Lago Malawi (Likoma y Chizumulu) que, a pesar de estar en aguas territoriales
de Mozambique, pertenecen a Malawi. Esto quizás no es muy interesante para la
mayoría pero para los interesados en derecho internacional es increíble!
Así llegué a
Malawi, con muchas ganas de aventura, de sol, de playa, de algo diferente a
Noruega… y vaya que lo encontré. Cuando llegué al aeropuerto de Lilongwe, me sorprendió
lo chiquitito que era y lo básico de las instalaciones. Comparando – muchos
dicen que no es bueno comparar pero cómo sino se puede evaluar? – los
aeropuertos de provincia en Perú son mucho más modernos y más grandes. Al pasar
por control aduanero me di con la primera prueba irrefutable que ya estaba en
Africa: Una mujer (quizás de India o Pakistán) le dio un fajo de billetes al
oficial aduanero para que no le revise las diez enormes maletas que traía
consigo.
El pueblo donde
vivo está a tres horas en auto de la capital. Yo llegué en la época de lluvias,
cuando los paisajes son espectacularmente frondosos, muy verdes. La tierra roja
hace contraste con los cultivos de tabaco y maíz, y toda la carretera está rodeada
de imágenes dignas de fotografiar. Sin embargo, lo que más impresiona es la
gente. Por la carretera, fuera de la ciudad, hay muy poco tráfico de
automóviles pero siempre hay personas caminando o en bicicleta. Y así será
hasta llegar al pueblo. El ciudadano promedio es pobre. Fuera de la cuidad, la
gente vive de su pequeña chacrita y para transportarse pues la mayoría camina y
camina. Algunos inclusive trotan por largas distancias. Y casi todos los niños
saludan con las manos a los que pasan en automóvil, sobre todo a los
extranjeros a los que les encanta gritar: AZUNGUUUUUUUUU!
14 jul 2014
Cuatro años han pasado
Y, sin embargo, es
como si fuera ayer cuando me sentaba a escribir desde mi departamentito en
Oslo. Algunas cosas cambiaron en esos cuatro años pero algunas cosas siguen
igual. Terminé el master que estaba
estudiando, conseguí trabajo, luego conseguí un trabajo de verdad. Hice amigas,
perdí amigas. Me divertí y me aburrí. Me fui de fiestas y me encerré por
semanas en la oficina. Conocí más de Noruega, y más del mundo. Y me conocí más
a mí misma o quizás me desconocí. Alguien por ahí sabe quién es uno?
Quizás hay solo
dos cosas que son absolutamente iguales desde el principio: La comida peruana
es la mejor del mundo; y nadie sabe qué viene a la vuelta de la esquina.
Vuelvo al Sur
Y así, con mayúscula, porque no es cualquier cosa esto de volver al sur.
Me ha costado mucho escribir nuevamente. Hoy escribo desde el sur, pero en otro continente. Senioras, esto es Africa!
Estoy en Malawi, en un pueblito junto al sorprendente Lago Malawi. Vivo aquí desde hace algunos meses y todavía me sigue sorprendiendo lo diferente que puede ser mi sur de este sur.
Vivir aquí no es fácil, pero no hay que preocuparse, este no será mi muro de las lamentaciones. Tampoco es horrible, hay cosas maravillosas pasando a diario. Solo hay que tener toneladas de paciencia y buena voluntad.
Entre mi norte y este sur muchas cosas son diferentes. Pero, sorpresa de la vida, aqui también soy una Anti ama de casa desesperada!!!!!!!!
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